Por Angélica Cardozo.
Apenas practicas la respiración en mi útero y ya tienes amor para varias vidas.
Es tu semana 35 y ya te nombran, te invocan y hacen planes contigo en todas las latitudes.
No has llegado y ya tienes más agenda de visitas que cualquier miembro de la realeza.
A mis 35 años, me has hecho tener dos corazones y como si me hubiera convertido en una muñeca de cuerda, tus movimientos activan los míos.
Soy tu casa, y tus latidos, son mi lugar seguro. Eres al tiempo mi huésped y mi caracola.
Contigo la vida pasa, inevitablemente, y se abre camino.
A 3.500 kilómetros de aquí, el corazón del bebé de Nahida late pero él ya no se mueve.
El estruendo de las bombas ya le enseñó a tener miedo de vivir.
Nadie lo nombra ni hace planes con él. Nadie se atreve a esperarlo porque su vida es una interrogación en esa franja arbitraria, donde la muerte pasa y se abre camino.
Llegarás a un mundo en el que se exterminan niñas y niños como tú ante nuestra mirada pasiva.
Perdóname, mi vida, por el deshielo del planeta que te espera y el hielo de nuestras almas.